DESPUÉS DE LA FOTOGRAFÍA- FRED RITCHIN (REFLEXIÓN)

DESPUÉS DE LA FOTOGRAFÍA- FRED RITCHIN

«Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña.» (Heráclito de Efeso, 540 a.E. - 480 a.D.)

Espero lograr expresar a lo largo de esta reflexión un tono neutral ya que pienso que hay dos caras en la moneda. No creo que la transición de lo análogo a lo digital sea del todo mala, así como tampoco considero que sea perfecta. La acelerada evolución del presente ha generado un cambio social importante y creo que ha construido (así como todos los cambios) la realidad que conocemos hoy en día. Nos reinventó. La fotografía creó realidades y desde su inicio fue un agente de cambio. Nosotros también nos transformamos y volvemos imágenes en potencia. Y estas imágenes son las que poco a poco van reemplazando al mundo.

La era digital supone una revolución global que ha superado todo lo que se pudo llegar a imaginar el ser humano en épocas previas a la era tecnológica. Dejamos de pensar, hablar y existir como lo hicimos en épocas pasadas. Se han brindado beneficios y nos hemos visto dañadas por efectos secundarios, creemos que poseemos herramientas y que somos los usuarios y que se nos ofrece un servicio cuando en realidad nos usan como si fuéramos marionetas. Esta revolución de Medios es invisible y a logrado trascender a nuestro ser y superar las barreras superficiales. La vida virtual se ha convertido en una realidad alterna a la  vida real, y nos ha superado. Se nos ha introducido la fotografía digital y los medios aliados como herramientas para mejorar la capacidad de exploración e incluso lo que consideramos nuestro universo.

Los medios digitales constituyen nuestra realidad, las fotografías lo único que hacen es presentar veracidad ante sus narrativas. El problema de creer que las fotografías poseen la completa verdad. Nos creemos todo lo que los medios. Se nos aproxima a las noticias que recorren el mundo, pero, ¿realmente estamos consumiendo información verídica o acaso todo está montado para generar en nosotros una realidad alterna?

La  fotografía digital existe con la intención de volverse masiva. Esta transición puede ser alabada o repudiada y cada que reflexiono sobre el cambio al que se vieron sometidas las generaciones que me preceden, recuerdo el pensamiento que expresó el gran fotógrafo  Salvador Salgado «La fotografía está acabando porque lo que usted ve en Instagram o en el teléfono móvil no es fotografía. Fotografía es un objeto materializado que usted imprime, usted tiene, usted mira». Algo con lo que yo no me siento completamente de acuerdo y esta tajante postura me lleva a cuestionar, ¿Qué tanto nos frena el estar en negación total ante la evolución a la que se ha visto expuesta la fotografía? Y viceversa,  ¿Qué tan beneficioso llega a ser el no cuestionar los cambios a los que se ha visto expuesta?

El acto fotográfico ha evolucionado a una estrategia comunicativa pronta y omnipresente gracias a que está en nuestro celular, en nuestros ordenadores, calles, casas y satélites. La evolución de la fotografía y la forma en la que nos rodea nos ha permitido conocer más allá de lo que nuestra capacidad física y económica nos permiten. Tenemos herramientas como Google Earth y gracias a ella podemos aproximarnos al mundo. Esta re- configuración del mundo puede poner en riesgo la memoria colectiva y la percepción que tengamos de las cosas.

El hecho de que las cámaras se encuentren en "todas" partes hace que esto se vuelva un tanto peligroso de igual forma, estamos constantemente vigilados y nuestra identidad se ve comprometida, esta parte del texto me hizo pensar en los sucesos del año pasado en China y las protestas que se llevaron a cabo debido a que eran controlados y vigilados por las cámaras encontradas en sus calles. 

La alteración fotográfica se ha visto presente desde que esta es análoga, pero creo que actualmente supone un factor importante de esta, se encuentra presente en muchas de las imágenes. Debido a que no hay limitantes, podemos poner en cuestión lo que consideramos la realidad, aunque ya se ha puesto múltiples veces en tela de juicio la supuesta normalidad a lo que nos vemos expuestos, las imágenes y su manipulación hacen que dudemos y considero deberíamos practicar el preguntarnos si lo que vemos en una fotografía realmente existe.

La manipulación fotográfica es un arma de doble filo que nos orilla a la controversialidad y muchas veces resulta ser contraproducente, claro esto depende del fin que se le dé. Puede presentarse en forma de fraude o presentarnos la oportunidad de expandir los límites de la imagen. Permitiéndonos explorar y experimentar.

Un cambio que nos han brindado la fotografía y medios digitales, que a mi parecer es increíble, es el hecho de que su existencia potencian la abstracción. Se encuentra una versatilidad en las disciplinas y estas no se encuentran enmarcadas y fijas en su definición. Lo más asombroso es que una imagen puede traducirse en texto o sonido y viceversa. La fotografía se convierte al campo expandido, podemos modificar, simular y transfigurar. Es ahí en donde recae la belleza de los medios digitales: vivimos en un mundo aleatorio y sin lógica, con los mismos elementos podemos recorrer y conocer diferentes perspectivas. La creación es reconstituida a la re- creación.

La no originalidad nos ha rodeado gran parte de la vida. Esto nos hace sentir un cierto tipo de unión con la idea de reproducción en masa, ya que como sociedad siempre buscamos pertenecer y la manera con la cuál nos aproximamos a esta idea es con la de consumo y no sólo me refiero al consumo de productos realizados de manera masiva, también consumimos ideas que pertenezcan a un numero aumentado de masas. La fotografía no se ha escapado de este fenómeno ya que gracias a ella se refuerza la reproducción genérica y en masa. Nos conformamos y evitamos cuestionar los parámetros previamente dados lo cual disminuye nuestro sentido de posibilidades. Un ejemplo que haría que se concientizara uno al momento de realizar una imagen podría ser algo como el ejercicio que el maestro Pedro Meyer pedía a sus alumnos sobre comprar y analizar una postal e ir a tomar la fotografía en el mismo sitio. Este tipo de ejercicios nos invitan a reflexionar y fortalecer nuestra observación y nos acercan pienso yo a un resultado que salga de las convenciones y clichés. Considero que lo análogo es lo que podría aproximarse a lo original y estar un tanto distanciado de lo genérico.

La acumulación de imágenes y la relación que tiene con la no originalidad se ha visto incrementado con la llegada de los medios digitales. La foto digital necesita ya de palabras clave, los cuales nos alejan de rastros de complejidad. En esta contextualización visual de la imagen supone una limitante y esto se debe que al momento de archivar, por ejemplo en la web, una imagen esta dependerá de dichas palabras clave, la cual le quitará complejidad y encasillará en uno o varios conceptos. Esto ha hecho que la fotografía digital se vea estancada, adaptamos el medio y permitimos su evolución, pero, ¿realmente estamos sacando provecho? Es evidente que se puede llevar aún más lejos, pero para esto pienso se debe sacar a la fotografía de sus convencionalidades y llevarla diferentes extremos.

La fotografía puede cumplir funciones de ventana y espejo desde que se trabajan los procesos análogos. pero con la llegada de los medios digitales se le añade una nueva forma de apreciación: el mosaico. Este ofrece una nueva manera de relacionarse con la imagen, ya que nos ofrece diversas formas de exploración. Este ha hecho que la imagen se vuelva interactiva, dinámica y entrelazada. Al estar en una pantalla el contenido de la imagen nos ofrece puertas y caminos distintos. Esto puede resultar conveniente para el mercado pero a mi me interesa el hecho de que reformo la forma de convivir con las imágenes, invitándonos a interactuar con ellas sin temer "tocarlas".

La fotografía dejó de estar limitada a lo visual y fijo, Se ha transformado, es versátil y la evolución a la que se ha visto expuesta nos permite generar nuevas formas de contenido, tal vez logremos generar cosas que no se hayan visto antes.